Abel Hernandez - Muñoz
Las islas resisten el embate del tiempo y el mar, su piel de arena o lodo disueltos en el litoral, se escurren en el rumor del misterio oceánico, construyen así una geografía insular exclusiva y una vida silvestre única. Allí se desnuda la roca y estalla la vida en las más insospechadas formas vivientes, ancladas al océano proceloso. Salvajes, tiernas y bellas. Esas islas dónde ensaya la evolución sin freno las criaturas más desconcertantes.