Javier Méndez-Vigo Hernández
Durante varios años escribí en una revista electrónica. De ahí que he preferido titular mi segundo Poemario como Noches tabernarias. En recuerdo de aquellas noches en la que una serie de personas nos reuníamos para recitar poemas de los Clásicos como García Lorca, Miguel Hernández, Poe, Alberti y tantos otros. Por consiguiente, la primera parte de este libro son poemas inspirados en aquellos poetas. Poemas íntimos donde expreso sentimientos de amor, amistad. También expreso la voluntad íntima que uno tiene de «abrirse» ante la vida, la muerte o la injusticia. Al mismo tiempo en esta parte juego con cierta simbología que me acompaña en mis poemas. La mar, como madre, la palabra o la paloma. Simbología que sale del interior y que camina conmigo.La segunda parte, que lleva por título Surcos de Barbarie, es un grito desesperado que expresa cierto pesimismo, no solo contra aquellos monstruos que viven en nosotros inconscientemente. También son cantos a la injusticia. Son poemas que me hacen bajar al infierno de guerras, donde solo sufren los inocentes, donde la primera víctima es la dignidad de las personas, donde los seres sufrientes son degradados. Son poemas que dejan un vacío en el alma, al ver a niños, solos, heridos y con la mirada triste. Es la paz herida que ya no vuela y nos deja a madres con la mirada al infinito. O incluso es la irracionalidad que dejan las máquinas que no sienten pero que asesinan