Gregorio Doval
Cuando los estadounidenses expresaron su voluntad de extender su nación de costa a costa pasaron por alto un hecho crucial: ese vasto territorio, reflejado en sus mapas como un espa-cio en blanco, ya estaba habitado desde muchos siglos atrás por decenas de miles de nativos. Al final del proceso, éstos vieron su estilo y sus medios de vida profunda y dramáticamente transformados y sus tierras holladas por miles de tumbas prematuras, ocupadas sobre todo por víctimas de enfermedades europeas ante las que no tenían protección innata alguna. Pero eso, como cuenta con detalle la Breve historia de los indios norteamericanos, era algo que venía de lejos.